Tras la lejanía abisal entre mis
sueños y la realidad, manifiesto firmemente mi deseo para nada abúlico de
mantenerme en tus ojos profundos, ya que siguen siendo mis cavilaciones más
frecuentes, en jornadas extensas de divagaciones mentales que abordan el
espectro amplio de mi interior; en donde rencores, odios se confunden con el
amor y la esperanza de mis profundas utopías.
De ahí, que siga exiliado en mis
sentimientos y en la cosmovisión casi quijotesca de un futuro mejor, donde los
matices entre el blanco y negro estén presentes
y no sean la excepción; pero en
un mundo gobernado por los colores del arcoíris; unido a la sonrisa de los
niños, y a tu mirada de mujer radiante que me lleva al horizonte.
Solo queda por decir que añoro tu
afán levítico, aunque para mí solo signifique una tradición impuesta por los antiguos, además de las ambivalencias o ambigüedades
de tu ser, pasando por lo claro de tu piel, mas lo eterno de la altisonancia de
tu voz.
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