miércoles, 11 de julio de 2012

Efemérides


Reflexionando en soledad  agobiado por el insomnio, reviso las efemérides que han marcado mi vida  y en este ejercicio solo puedo afianzar que el recuerdo del pasado muestra sus caras tristes, alegres, melancólicas, fuertes y agradables; mostrándote aquello que pudo ser y no fue, lo sucedido y de lo cual no te arrepientes, sucesos desafortunados y desde luego acontecimientos memorables que nunca olvidaras.
Además llego  a la conclusión que añoro  la niñez y su simpleza, donde la belleza de los imaginarios compite con la cosmovisión desprovista de cuestionamientos y militancias absurdas posesionadas por una cultura occidentalizada; bajo el yugo de lineamientos políticos, sociales, demográficos y doctrinales que nos llevan a comprender esta realidad tan compleja y sin salida ,vista desde la infancia solo como correos de brujas manifestándose en los medios de comunicación antes o después de nuestro dibujo animado favorito.
De ahí, puedo ultimar que en la actualidad es difícil cumplir este sueño ya que no existe revés alguno, puesto que la máquina del tiempo todavía es un artefacto que solo existe en libros, películas, poemas y en maquetas de visionarios; por esto es importante darle valor a cosas sencillas de la vida que a veces parecen pasar desapercibidas, como el ocaso del sol en el horizonte frente al mar, la sonrisa de un niño al jugar  con sus padres y el amor de una pareja de ancianos  que se aman a pesar del tiempo.

martes, 10 de julio de 2012

Mirada urbanita


Largas y recurrentes tertulias de filántropos  con fines altruistas retumban sobre una fría ciudad, que parece haber perdido los sentidos y se funde en la agonía de la desigualdad; como  aquel afectuoso selenita que perdió su gran amor tras una pérfida compañera que nunca pudo valorar su compromiso filial.

En fin, la esquizofrenia citadina manifiesta la verdadera naturaleza de aquellos moradores ajenos a la realidad latente de su contexto y que pasan inadvertidos al diario vivir, camuflados en la rutina de la grotesca sociedad que busca el supuesto beneficio particular por encima de la convivencia social de todos los moradores; hacinados en la selva de cemento con cadenas tróficas donde todos parecen depredadores depredados por una existencia sin sentido basada en modelos cimentados en el consumismo.

De este modo, aquellos románticos ciudadanos enamorados de la urbe que puede ser la tuya, la mía o la nuestra parecen ser  animales en vía de extinción que se confunden casi en la nada gracias a las altisonancias de sus voces; parece ambiguo pero el mismo poder de sus fauces es lo que los aleja de una humanidad  controlada por otra minoría mucho más fuerte que maneja los destinos de este ecosistema urbano siniestro.