Reflexionando en
soledad agobiado por el insomnio, reviso
las efemérides que han marcado mi vida y
en este ejercicio solo puedo afianzar que el recuerdo del pasado muestra sus
caras tristes, alegres, melancólicas, fuertes y agradables; mostrándote aquello
que pudo ser y no fue, lo sucedido y de lo cual no te arrepientes, sucesos
desafortunados y desde luego acontecimientos memorables que nunca olvidaras.
Además llego a la conclusión que añoro la niñez y su simpleza, donde la belleza de
los imaginarios compite con la cosmovisión desprovista de cuestionamientos y
militancias absurdas posesionadas por una cultura occidentalizada; bajo el yugo
de lineamientos políticos, sociales, demográficos y doctrinales que nos llevan
a comprender esta realidad tan compleja y sin salida ,vista desde la infancia
solo como correos de brujas manifestándose en los medios de comunicación antes
o después de nuestro dibujo animado favorito.
De ahí, puedo
ultimar que en la actualidad es difícil cumplir este sueño ya que no existe
revés alguno, puesto que la máquina del tiempo todavía es un artefacto que solo
existe en libros, películas, poemas y en maquetas de visionarios; por esto es
importante darle valor a cosas sencillas de la vida que a veces parecen pasar desapercibidas,
como el ocaso del sol en el horizonte frente al mar, la sonrisa de un niño al
jugar con sus padres y el amor de una
pareja de ancianos que se aman a pesar
del tiempo.