Algo imposible de negar es el niño que llevo dentro, ese niño que nunca ha podido superar esos años de infancia vivida. En los cuales la felicidad colmaba totalmente mi mente y mi mundo.
De ahí esa melancolía por un mundo sin preocupaciones en un cosmos sin conflictos existenciales que marcaba la niñez, donde lo verdaderamente importante era si los vaqueros invadían los territorios indígenas con dinosaurios amaestrados, para luego aliarse con hielocos pacíficos que vivían en algún rincón de la casa.
Por ello me abruma la sociedad actual y su capacidad de saltarse las etapas de la vida, en donde la necesidad de madurarse biche parece una prioridad. Ya que la niñez parece ser una etapa tonta que debemos superar, porque la moda es sentirse grande aunque seas un culicagao. Para luego engrosar la lista de pobres y desdichados, en un país en donde la pirámide poblacional muestra que tenemos mucha juventud, pero también pauta una realidad en la cual cada día se tienen hijos a edades más jóvenes ;es decir existen muchos niños criando a otros niños que lo mas probable es que repitan la historia a futuro.